La clínica dental BONA surge de las ganas de dos jóvenes odontólogos de tener su propio lugar de trabajo en su ciudad, después de haber estado trabajando mucho tiempo fuera.
La clínica da a tres calles: San Francisco (A.K.A. Calle de las setas), la calle Jerusalen y la calle fantasma (urbanísticamente hablando) de Barón de Finestrat.
Al entrar, nos recibe el mostrador, situado delante de la sala de Rayos, ambos en acabado de madera natural.
A la izquierda del mostrador, se encuentra la sala de espera, con capacidad para 6 personas.
El despacho de dirección se remata con una cristalera fija que conecta espacialmente ambos espacios manteniendo la privacidad pero desahogando de materialidad la entrada a la clínica.
Otra vista del mostrador desde la sala de espera.
Vistas a la calle San Francisco desde la puerta de entrada a la Clínica.
En esta fotografía se aprecian los dos volúmenes que flanquean la entrada: por un lado, el cubo de madera (que no llega hasta el techo, para liberar visualmente el espacio ya que los techos son altos y queríamos aprovecharlos) y el volumen del despacho de dirección, en blanco y con la cristalera superior. Una luz perimetral recorre tanto dicho cubo como el resto del distribuidor hasta el final del mismo.
Detalle del efecto de luces empotradas lineales a lo largo del volumen de dirección.
El suelo de material porcelánico, se eligió de un gran formato para aumentar la sensación de espacialidad. Los tonos terrosos ayudan a dar calidez a todas las estancias y es un suelo muy agradecido.
Vistas del distribuidor que da acceso a las salas, al despacho y al aseo.
Los materiales para este proyecto han sido básicamente 4: madera, paramentos limpios en acabado blanco roto, hierro negro mate y vidrio.
Vista desde dentro del distribuidor.
Detalle de la sala de rayos.
Las salas, con mucha altura interior reciben iluminación natural, si bien es cierto que para preservar la privacidad se vinilaron los cristales que dan a pie de calle.
El azul corporativo de BONA es lo que rompe con el toque de color azul eléctrico y que baña los detalles de cada sala.
Otra vista de la sala.
Azul, blanco y negro. Los colores que junto al cálido de la madera componen el local.
En esta imagen se aprecia la gran cristalera que ilumina de manera natural cada sala.
Detalle de los techos.
Vista exterior de la entrada principal.
Vista desde la esquina de la calle Jerusalen con Barón de Finestrat.